CUMPLE TU LLAMADO, NO EL DE OTRO
Andy Park
Cuando tenía unos veinte años, serví en dos iglesias, cuyos pastores eran hombres muy dotados. Eran maestros hábiles y tenían la habilidad de liderar grandes grupos de gente con sus enseñanzas y sus personalidades carismáticas. Durante ese tiempo, yo no estaba seguro acerca de lo que iba a hacer con mi vida. Pensaba que quizá estaba dirigiéndome al ministerio de tiempo completo. Pero cuando me comparaba con esos líderes dotados, no podía ver que cómo podría "dar el ancho" en el ministerio. No podía ver cómo mi particular mezcla de dones espirituales podría darme la capacidad para la excelencia en el trabajo pastoral.
En aquellos días lideraba grupos pequeños, enseñaba estudios bíblicos, aconsejaba a cristianos más jóvenes y guiaba alabanza. Lo hacía razonablemente bien en estas áreas pero no incendiaba al mundo en fuego como un evangelista y tampoco lideraba a un grupo muy grande de personas. Mi gran fortaleza siempre fue la música y tenía menos dones en otras áreas. Quería ser fiel, usando mis dones hasta el máximo para servir a Dios. Pero definitivamente no veía como yo podía encajar en una posición en el equipo de una iglesia. También pensaba que mi personalidad más bien tranquila era como un defecto para mí como pastor. En medio de este tiempo de lucha y búsqueda del alma, fui invitado a unirme a un equipo de iglesia en la ciudad de Langley, British Columbia (Canadá). Linda y yo habíamos conocido a Gary y Joy Best durante el verano anterior, en un viaje que hicimos para ministrar y surgió una cálida relación con ellos. Después de haber conocido el área donde Gary estaba plantando la iglesia y habiendo conocido al resto del equipo, decidimos que era correcto para nosotros hacerlo.
En mi posición en el equipo, estaba a cargo de la adoración, mientras trabajaba en varias otras áreas del ministerio. Repentinamente, me encontré en un lugar en el cual yo prosperaba. Era animado a desarrollar líderes de adoración para grupos pequeños y reuniones de día domingo. Yo disfrutaba haciendo esto, tenía cierto éxito y ya lo había hecho desde antes. Me sorprendí del giro que vi en mi ministerio en tan corto período de tiempo. Aun cuando no era un conferencista dinámico con una personalidad magnética, Dios me usó para impartir el corazón y las habilidades requeridas para ser un líder de adoración. Esta fue la primera de muchas lecciones que tuve para aprender a no compararme con otros ministros. Estaba midiendo mi dignidad y mi llamado como ministro mediante los dones y
llamado que Dios había dado a otros. Comencé a ver que todo lo que tenía que hacer era comenzar a ministrar en el poder y los dones que Dios me había dado a mí.
Tomado del apóstol Pedro, en 1 de Pedro 4:10-11:
10- Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
11-Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.>>
Esta Escritura contiene lecciones esenciales para el líder de adoración. Primero, todos tenemos diferentes dones. Podemos afilar las herramientas que Dios nos da, pero sin embargo no podemos determinar cuáles son esas herramientas. Nuestra tendencia cuando vemos a personas talentosas o dotadas, es preguntar, “¿Por qué yo no pude haber tenido esa habilidad?"
Una y otra vez me maravillo de la soberanía de Dios y la forma en que Él llama y capacita a cada persona en forma única.
Muchas veces he tenido que arrepentirme de mis celos por otros dones o posiciones y darme cuenta de que Dios es el jefe.
Dice en 1Cor. 12: 4-6
"Existen diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes tipos de servicios, pero un mismo Señor. Hay diferentes efectos, pero el mismo Dios opera en todos ellos y en todos los hombres."
Él es la única fuente de los dones. Si hemos olvidado que cada don perfecto viene de Dios, estamos cometiendo el error de quedar asombrados con los líderes dotados que Dios ha puesto, en vez de darle la gloria a Él. En este mundo, donde el éxito se define como escalar la pendiente para ganar poder e influencia, debemos reeducarnos a nosotros mismos, de acuerdo a los valores de Dios.
Pedro nos dice que si somos fieles en dar a los demás cualquier cosa que Dios nos haya dado, entonces hemos hallado el éxito. Éxito es igual a obediencia. Todo lo que tengo que hacer es ministrar en las fuerzas que Dios provee para mí, no en las fuerzas que Dios dio a otro. Cuando lleguemos al cielo y veamos a Jesús, Él no nos preguntará, "¿Cuanta gente ministraste por mí?". Él preguntará, "¿Fuiste fiel en usar todos los talentos que yo te di para mi reino?
Mi problema de compararme con otros, no se termina fácilmente. Mientras más estoy expuesto a conocer a otros líderes de adoración, mayor es la cantidad de personas que encuentro que son más expertos que yo en las habilidades vocales, instrumentales o en la habilidad de escribir canciones. Ha sido difícil para mí el no tener envidia de las cosas que ellos pueden hacer.
Al confesar mi pecado a Dios y a otros, gradualmente aprendí a regocijarme en el éxito de otros y a dar gracias a Dios por haber levantado a otras personas dotadas.
Dios comenzó a plantar en mí un corazón generoso y sin egoísmo de modo que pudiera ser genuinamente feliz cuando otros alrededor de mí alcanzaban nuevas alturas en guiar la adoración. No pienso que hubo algo mágico en este proceso. Era simplemente una cuestión de ser persistente para ganar el corazón de Dios y dar la espalda a mi egocentrismo.
Todo queda en una perspectiva clara cuando utilizamos cualquier regalo que tenemos para servir a otros, administrando fielmente la sabiduría de Dios en sus varias formas. Tengo gusto en pensar en Él como siendo un cartero. Tomo los paquetes en el correo y los entrego simplemente a la gente. Puedo ser cuidadoso de la manera que entrego los paquetes, pero no puedo determinar lo que hay dentro de ellos. Simplemente estoy dando lo que recibo de Dios. Él determina el tamaño y el contenido del regalo. En esta " ruta del correo " de la adoración, encuentro a veces la lluvia, la nieve e incluso al ocasional perro enojado ladrando! Pero como decían en los días del Pony Express (correo tirado por caballos), " ¡el correo debe llegar!".
En reuniones de grupo pequeño, he tenido que contender con todo tipo de interrupciones: teléfonos que suenan durante la adoración, niños pequeños corriendo alrededor del cuarto, atrasados que perturban el tiempo de la adoración, etc. En lugares más grandes, he experimentado conflictos y malentendidos con otros líderes de adoración y pastores antes y durante los tiempos de adoración. Estos momentos me sirven para recordar que la adoración se trata sólo de Él. No estoy allí para tocar mi guitarra de modo que la gente se maraville con mis talentos en la música. Estoy allí para servir a la gente y al Señor. He encontrado que, a veces, guiar la adoración pasa a ser como la sección de la apertura de la vieja versión de "el gran mundo de los deportes", del canal ABC. Experimentamos a veces " la emoción de la victoria " y sufrimos a veces "la agonía de la derrota." Cuando la presencia de Dios está fuertemente en el cuarto y toda la gente está intensamente involucrada en la adoración, ¡no hay nada mejor! Pero cuando “no parece suceder” lo que “debiera ocurrir” es como remar contra la corriente. Todavía tengo grandes días y días no muy buenos en guiar la adoración. En el medio de los tiempos mediocres del ministerio, puedo seguir funcionando porque sé que como siervo, realmente no puedo exigir nada. Estoy allí para servir no importando cómo me siento, ni las circunstancias. Dios nunca nos prometió que la adoración sería siempre una experiencia extática de su presencia amorosa. La sensación de su presencia es un subproducto maravilloso de la adoración, pero no es algo que podemos controlar o manipular. Nuestro trabajo es exaltar a Cristo, Él decide cuánto de su Espíritu va a verter cada día.
Con el correr de los años he aprendido a oponerme a la tendencia de juzgar el valor del conjunto de la adoración en base a cómo me siento.
He agonizado por mis confusiones y errores hasta que me senté y escuché el mensaje. Entonces me di cuenta que la motivación para este análisis crítico era realmente sólo una gran preocupación por cómo yo me veía, más bien que un celo por la gloria de Dios. Así es que dejé de mirar a mi ombligo!
En los últimos 20 años he participado y conducido la adoración en seis diferentes iglesias. Algunas de éstas han sido iglesias recién plantadas, otras han sido iglesias establecidas desde antes. He trabajado con toda clase de músicos en todo tipo de reuniones, conferencias y retiros de la iglesia. Cada situación llama para un acercamiento levemente diverso, pero todas requieren la actitud de un siervo.
También me da gusto pensar que la adoración es como la alimentación de las ovejas con los contenidos nutritivos que satisfacen sus necesidades. Entiendo que cada rebaño se alimenta de diversas clases de alimentos. Todos tienen la misma dieta básica, pero también tienen sus platos preferidos. Mi desafío es servir una comida comestible y agradable mientras trato conseguir tanta dirección como me sea posible, del Chef principal. No es tan simple como alimentarles con su plato preferido en cada comida. El Señor tiene un plan a largo plazo, una dieta que incluya todas los tipos de alimento. Entre los grupos de alimento básico están: celebración, consagración, arrepentimiento, y canciones íntimas de amor. A veces la gente tiene que intentar probar algo nuevo y toma un tiempo conseguir adaptarse al nuevo sabor, así que su respuesta no es siempre tan abrumadora. Por otra parte, intento darles algunas de sus canciones preferidas en cada " comida". Si no lo hago, termino con una multitud de ovejas infelices que me miran fijamente...
Finalmente, encuentro que dirigir la adoración es como un acto de equilibrio, que balancea lo pastoral y lo profético. Soy llamado a conducir tiernamente al rebaño, pacientemente mientras crecen en su conocimiento de Dios. Si veo una carencia de sensibilidad en la gente durante la adoración, los acepto exactamente donde ellos están y hago lo mejor de mí para llevarles un poco más lejos.
Pero también tengo la responsabilidad de dar expresión a lo que Dios está diciendo. Como líderes de adoración, debemos llamar a la gente a la consolidación y a la consagración. Por ejemplo, algunas de las canciones que cantamos están en el límite entre lo que Dios nos llama y nuestro nivel actual de obediencia. Considere la lírica de la canción " Por su Cara " de Noel Richards: " Jesús, amante de mi alma, nada de TI retengo."; A veces retenemos cosas. Pero si nosotros los líderes escucháramos a Jesús durante la adoración, Él nos mostraría cuáles son esas cosas. Entonces podemos conducir a nuestra gente a entregarle esas cosas a El.
Si doy lo mejor de mí para servir a Dios con la fuerza que Él me provee, le adorarán. A veces hago un “gol” cuando guío adoración, a veces apenas consigo darle al balón y otras veces me siento totalmente derrotado!
Pero como un siervo, continúo haciendo todo lo que yo pueda para "administrar la gracia de Dios." Los resultados están en manos de Él.